viernes, 30 de diciembre de 2016

La esperanza, por sobre todo…



            Dijimos ya en un capítulo anterior que es importante la esperanza. Y esta viene de manera natural después de la etapa de la tristeza. Todo a su debido tiempo.
            Ya el sólo hecho de someterse al tratamiento, cualquiera sea el tipo, es una muestra clara de que hay esperanzas. Muchos detalles son indicativos de que nos alienta la esperanza de vencer el cáncer. Por eso se va al médico y se acude a la ciencia para que nos ayude. Habrá quien rece o haga una promesa a algún santo, y es muy válido y útil que así sea porque se trata de aumentar la esperanza. Pero, acompañado de las obras. Es decir, con la debida asesoría y sometimiento a los adelantos de la medicina. Y dejar todo a la voluntad de Dios, que quiere la salud, de manera definitiva. Decir lo contrario, no es esperanza. E ir absolutamente abandonado y con la certeza de que superará.
            El primer obstáculo son nuestros desánimos y nuestras ganas de no seguir. Ese es el primer problema. Aún así no hay que bajar la guardia, como se dice. Pero no se trata de hacer un recetario, como ya hemos dicho, con esta, la tercera vez. Hay que aferrarse a que todo saldrá bien. Y, si no, pues se intentó.
            Habrá muchos métodos, como, de Programación Neuro-Lingüística, Medicina Mente-Cuerpo, Medicina Transpersonal, Psicooncología, Psiconeuroinmunología y otras técnicas afines. Estas son herramientas ya profesionales para elevar la autoestima en momentos tan difíciles. Si se puede asistir, hasta sería beneficioso. Pero no todos tienen esa posibilidad y tiempo disponibles. La lectura y la escritura, como en el caso mío, es una herramienta muy útil. Muy pocos tendrán esa herramienta y facilidad. Otra ayuda sería la de conversar con la propia familia, pero evitando el sentido lastimero, que en nada nos ayudaría. Hay que tener dignidad, por sobre todo. Creo que esta sería la primera terapia: nuestra dignidad de personas, a pesar del cáncer. Evitar a toda costa que nos tengan lástima. En nada nos ayudaría. Con la cabeza en alto, aunque la procesión vaya por dentro.
            Otra herramienta sería y es la del rezo. Y es la más natural y muchas veces la más efectiva. Es la herramienta común y la más utilizada. Lo importante es que nos ayuda a abrigar que todo será mejor. Entonces, pues hay que acudir a ella, pero evitando la división entre la acción y la petición. Es decir, “a Dios rogando y con el mazo dando” como se dice en nuestros refranes populares. No hay otra. Rezando para que Dios nos ayude, y poniendo todos los medios para que esa ayuda sea efectiva y real. Algunos esperarán una intervención milagrosa; pero, el milagro se realiza en nuestra manera de enfrentar la enfermedad, dándole la batalla. En este punto, muchos verán la mano de Dios y se sentirán escogidos por Dios por su situación. Si eso le hace sentir bien, pues, tampoco hace daño que piense así. Piense así. Y seamos, igualmente, respetuosos.
            ¿Cuál rezo sería el mejor? El que nos ayude a encontrar paz. Tampoco se trata de una fórmula mágica, porque la enfermedad seguirá estando presente hasta que no se haya combatido totalmente. La experiencia del rezo del rosario ayuda mucho a encontrar la tranquilidad y la paz emocional, y es muy recomendable. No se puede negar la protección maternal de la Virgen María que nos comprende como sus hijos y nos alienta a seguir adelante, a pesar de los pesares.
            ¿Dios hará el milagro? Por supuesto, que ya lo está haciendo. Primero, ya Dios puso en la misma naturaleza todos los mecanismos de ayuda, tanto física como mentalmente. Ya esta haciendo de por sí el milagro. Después, le ha dado mucha inteligencia al hombre para investigar y estudiar y ayudar a mejorar la naturaleza. Ya eso es una confirmación de que si existe el milagro.

            Pero, ¿va a intervenir directamente Dios para cambiar el rumbo de la enfermedad? Ya lo está haciendo… El milagro se está dando… Esa es la esperanza y no hay que soltarse… Corresponde, ahora, no perder el sentido de la historia, por parte nuestra. Esa es la clave… Pero, hay que tener cuidado, porque muchos confunden la voluntad de Dios con el determinismo o el destino. 

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